CRÓNICA DE UN NAUFRAGIO
BREVE RELATO DE LOS HECHOS:
El día domingo 2 de febrero de 2003, zarpamos del puerto de Núñez con mi señora, Claudia Beatriz Soria de Fox y uno de mis hijos, Pedro Enrique Fox, con destino a la costa uruguaya (Barra de San Juan - ROU) en la embarcación denominada “CACHAFAZ”, velero de 8.80 metros de eslora y 3.08 metros de manga.
Para dar inicio al mencionado viaje tuve que realizar previamente un despacho por escrito ante la Subprefectura de Olivos, que además de autorizar el trámite informó acerca de las condiciones meteorológica favorables para dicho emprendimiento. Como quedó dicho, iniciamos la travesía pocos minutos antes de las 12horas del mediodía del pasado domingo, desde la zona norte de Cap.Fed., con un viento suave que soplaba del sector sudeste, y al cabo de una hora de navegación cruzamos el canal Emilio Mitre, luego navegamos próximos a las boyas UNEN “B” y “A” y nos dirigimos hacia la Barra de San Juan.
Tras sobrepasar la línea del barco hundido Ministro de Tomaso, unas dos millas hacia el sur, comenzamos a percibir sobre el sudoeste una formación importante de nubes sumamente oscuras, que en forma de semicírculo avanzaba hacia nuestra posición.
Poco después de las 15,30 horas, cuando ya nos encontrábamos a sólo 8 millas del puerto de destino comenzó a soplar un fuerte viento del sudoeste (viento pampero) con fuertes rachas que superaban los 100 Km. por hora de velocidad y olas que fueron incrementando su tamaño en forma paulatina. Ello no fue impedimento para que mantuviéramos el rumbo hacia la meta, aunque sí achicamos las velas. Al cabo de media hora de temporal, éste comenzó a disminuir, el cielo que había estado totalmente cerrado, comenzó a abrirse y nuevamente se empezó a ver la costa uruguaya, ya muy próxima. En ése momento, cuando sólo faltaba por recorrer 4,2 millas (aproximadamente 7,5Km.) para ingresar a puerto, sufrimos la rotura de la limera el timón, obviamente por el sobreesfuerzo soportado durante los últimos 30 minutos de navegación, quedándonos como consecuencia de ello sin el gobierno de la embarcación y lo que es mucho peor aún, con dos importantísimas vías de ingreso de agua al interior del habitáculo. Inmediatamente intentamos obstruir el ingreso de agua con pedazos de lona, hacer un llamado de auxilio a Control San Juan (Prefectura Naval) por radio VHF, y comenzar a achicar la embarcación con baldes, todo esto en medio de un importante mar de fondo, resultado del temporal que iba concluyendo.
Tras cruzar el canal uruguayo, y en una profundidad de 9 metros, fondeamos la embarcación de acuerdo a lo indicado por la Prefectura de San Juan, nos pusimos los chalecos salvavidas y continuamos sacando el agua que cada vez ingresaba en mayores proporciones, a la espera de la ayuda requerida. Asimismo, nuestro bote auxiliar, un semirrígido de sólo dos metros de eslora, lo arrojamos al agua, con un cabo de 20 metros de largo, para trasbordarlo en caso que no llegara a tiempo el auxilio.
Al cabo de una hora y media del primer contacto radial, se nos aproximó un bote neumático de 5 metros de eslora del destacamento Prefectura San Juan, con el jefe de la unidad Sr. Héctor Rodríguez y dos marineros, que a viva voz nos requerían el inmediato abandono del Cachafaz, en medio de un río con olas de dos metros de altura.
En primera instancia me negué a hacerlo, y solicité el remolque, que a su vez, me fue denegado por no contar con los medios adecuados, prometiéndoseme en la ocasión el inmediato arribo a la zona de un guardacostas de gran envergadura, procedente del puerto de Colonia. Ya eran las 17 y 30 horas, la marejada era de gran magnitud, el agua se había incrementado considerablemente en el interior de la cabina y ya superaba el nivel delas cuchetas, y la visibilidad, ahora muy buena, daba la pauta que el guardacostas ROU-71 no estaba ni remotamente cerca del lugar de los hechos.
Finalmente, tras un cambio de opiniones, resolvimos abandonar el barco, con el firme compromiso del personal de Prefectura de regresar ante la llegada del ROU-71 (que jamás llegó). El Cahafaz fue abandonado, pocos minutos antes de hundirse, a escasos doscientos metros hacia el noreste del par del canal nº 89,6.
Nos desembarcamos de a uno por vez, haciéndolo en primer lugar mi señora, luego mi hijo y finalmente el suscripto, mediante un salto en el momento en el que el bote pasaba cercano a la embarcación.
Ello motivó que sólo tuviéramos al momento del desembarco solamente una remera, un pantalón y el chaleco salvavidas, sin siquiera estar calzados, y perdiendo hasta lo mas elemental.
Poco después de las 18 horas llegamos al muelle de la Barra de San Juan, a bordo del bote de Prefectura y allí recibimos el apoyo de otros colegas nautas, quienes nos brindaron vestimentas secas, alimentos y apoyo médico, aunque gozábamos de excelente salud.
Esa noche cenamos y pernoctamos en la vivienda del jefe del destacamento San Juan y a la madrugada, con las primeras luces del día lunes 3 de febrero, nos aprontamos para ver cual había sido la suerte del barco, que ya no se lo veía con prismáticos en el lugar donde lo habíamos abandonado.
Horas después, y tras vencer trabas burocráticas, salimos hacia el lugar del episodio con el jefe del destacamento y con un oficial de la prefectura de Colonia, y desde allí pudimos observar que a unos 600 ó 700 metros mas hacia el norte se veía el bote auxiliar flotando junto al extremo superior del mástil del Cachafaz, que ahora en medio de un río planchado y manso permanecía hundido a seis metros de profundidad.
Su actual posición es S: 34º 14.981’ y O: 058º 03.439’, esto es a unos pocos metros de Punta Francesa, cercano al par del canal uruguayo nº 91,100, y a unos mil metros de la playa.
Seguidamente, conjuntamente con el oficial de prefectura que nos acompañó, fuimos trasladados vía terrestre, a la Prefectura de Colonia, donde se nos tomó declaración a los tres tripulantes del Cachafaz por espacio de mas de tres horas, de a uno por vez, y se labraron las correspondientes actas, declaraciones y protestos, para esa sede y para la de marina mercante dela ciudad de Montevideo.
De los sucesos tomaron parte activa el destacamento San Juan y secundariamente, la Prefectura de Colonia, aunque participaron en forma radial, todos los departamentos y prefecturas desde Carmelo hasta Montevideo, e incluso Lima 2 Gol, Prefectura Dársena Norte, de Argentina.
Finalmente y con el apoyo del Consulado Argentino en Colonia, que nos repatrió, nos trasladamos, vía ferry, de regreso a ésta.
Sin lugar a dudas, el hecho que relaté brevemente, fue desafortunado y casual y de ningún modo es el resultado de improvisación ni de un error, ya que desde hace casi veinte años realizamos este tipo de navegación en forma familiar y desde hace casi cuarenta que tengo contacto con las actividades náuticas, habiendo efectuado el cruce del río de la Plata en infinidad de ocasiones, en esta y en otras embarcaciones similares, y como quedó expresado anteriormente, con el aval de la autoridad competente, que firmó el rol, autorizando la salida.
Conclusión: Afortunadamente no hubo que lamentar ningún tipo de desgracias personales, y respecto de lo material, en este momento se están realizando los trámites ante el Broker Lauro Asesores de Seguros SRL y ante La República Cía. Argentina de Seguros Generales S.A.
AGRADECIMIENTOS: Sirva la presente de agradecimiento para todos aquellos nautas que de una u otra manera, y haciendo gala de la camaradería marinera, colaboraron en el rescate y posterior desarrollo de los acontecimientos. Muchas gracias: · A Héctor Rodríguez, a cargo del Destacamento de la Prefectura de San Juan ROU, que salió en auxilio en un bote neumático de escaso tamaño para el clima y las olas que había en ese momento y que gracias a su experiencia y a su arrojo, puso a resguardo las vidas y la salud de quienes naufragamos. A su señora Teresa, que se encargó de darnos vestimenta y comida y nos hospedó durante 24 horas en su propia vivienda, haciéndonos sentir parte de su entorno. · A mi familia, que supo afrontar la difícil situación, tanto los que estaban a bordo del Cachafaz, como los que estaban en Bs. As. · Al Dr. Alberto Dillon, del CNSE, por su ayuda. · Al Dr. Andrés Gwozdz y Mario D’Onofrio del CNQ, por su afecto. · Al Lic. José Luis Zabala, al Lic.Mario E. Abínzano, al sr.Alfredo Coló,a los Dres. Alberto Larrea, Hugo Arazi, Eduardo Costa, Lorenzo Galíndez,Rolando Turrado, Nito Badaraco, y a los señores Guillermo Aletti y Juan CarlosCámera, entre otros, del CUBA, por su apoyo. · Al señor Walter Gentilini, Gerente Náutico del CUBA, por suparticipación. · A los propietarios de las embarcaciones fondeadas en San Juan: Allegro, Altair, Gipsy Wind, Rock, Nirwana, etc. por su camaradería. · A los propietarios de la embarcación Opus II, por su apoyo, vestimenta y asistencia médica. · Al señor Cónsul Argentino en Colonia, por su actuación. · A tantísima gente que llamó por teléfono, poniéndose enteramente a disposición. A todos ellos, les estoy eternamente agradecido.
Guillermo Fox
e-mail: totofox@lacasilla.com.ar
4744-1719